La bomba de tiempo

Sorprende la parsimonia de Mario Draghi para sostener la bomba de tiempo en que se ha convertido la moneda única. Ayer ni se inmutó con las diversas preguntas sobre los diferenciales de la prima de riesgo. A Draghi, que el coste de un mero aval bancario en Madrid sea igual al de un crédito en Berlín (2,5%) no le inmuta. Más aún, dijo que el mero anuncio de que el BCE intervendrá si un país pide oficialmente rescate, había hecho bajar las primas más de 200 puntos básicos. Esa es la cifra mágica a partir de la cual el diferencial del coste de financiación provoca «una distorsión inaceptable en la competencia en los mercados monetarios», como le han dicho sus técnicos. Es decir, que él está conforme y tranquilo con lo hecho.

Pero no se puede ocultar que hay problemas con la transmisión de la política monetaria a todos los rincones del euro y no todos se deben al riesgo político que plantean los diferentes gobiernos. Hay distorsiones que van a tener consecuencias que ahora mismo no somos capaces de prever, porque el euro es una zona monetaria en construcción. Draghi, de hecho, sólo ha suprimido los temores sobre la irreversibilidad del euro.

La situación de España es el tercer o cuarto problema del euro. Mucho antes están Grecia, Portugal e Irlanda. Aún no sabemos cómo se va a evitar que una economía muerta, como la griega, acabe necrosando parte o la totalidad de la moneda única.

Y en Alemania, tierra de gente ahorradora, se están comportando como unos irresponsables latinos. Su Gobierno se financia generosamente con tipos de interés negativos, tal como pasaba en España entre 2002 y 2006 cuando durante 49 meses tuvimos tipos negativos debido a que nuestra inflación superaba los tipos oficiales.

Este fenómeno subvierte creencias muy queridas por los alemanes, como que es bueno y positivo ahorrar. Desconozco si la prensa germana le ha informado a su público que en estas condiciones, guardar el dinero en el banco no es seguro, que lo que tienen que hacer es correr a su entidad a pedir créditos, porque al final los tipos negativos significan que te pagan por pedir prestado. Como nos sucedió a nosotros, los tipos de interés acabarán teniendo efectos perversos en la economía alemana porque se trata de un incentivo equivocado.

Algo no debe estar funcionando correctamente dentro de la Eurozona si se permite un arbitraje tan elemental como que alguien pueda ir a Alemania a pedir un crédito barato para adquirir unos bienes que están bajando de precio en España o Italia. Un arbitraje que sólo puede verse entorpecido por normas comerciales, ya que supuestamente en la UE hay irrestricta libertad de movimiento de capitales y personas.

john.muller@elmundo.es